Según manda la tradición se celebra coincidiendo con el “Miercoles de Ceniza” que supone el inicio de la Cuaresma. Esta celebración cargada de un fuerte simbolismo, se vive en Villarrobledo de una forma diferente, sabiendo que con el entierro del pez la fiesta no termina, quedan días por delante para seguir disfrutando.

Grupos y comparsas organizan sus particulares cortejos fúnebres presididos por sardinas que se despiden luciendo sus mejores galas de carnaval, acompañadas durante el recorrido por numerosos “dolientes” y singulares “viudas” y “plañideras”, que muestran sin reparo su particular duelo de llanto y lamentos, y en el que no falta el acompañamiento musical. El acto culmina con la quema de la sardina y una celebración característica: la degustación de unas deliciosas sardinas. Y por la noche las “viudas afligidas” no dudarán en seguir la fiesta para aliviar su duelo.